En la final de la segunda fase del Campeonato Nacional Femenino de Futsal 2023, hubo una escena que pasó casi desapercibida: Isabel Garro, con su pierna lesionada, le ofrecía la mano a un periodista para ayudarle a subir las gradas. Lo que pocos sabían es que ese periodista, fundador de este medio y quien ahora escribe estas líneas, estaba asistiendo a su primer evento deportivo tras un proceso médico durísimo: varias cirugías —una de ellas con riesgo vital, que requirió sedación para estabilizarlo—, una larga hospitalización, un año sin levantarse de la cama, un nuevo internamiento y tres ciclos de terapia física. Ese día, apenas habían pasado noventa días desde que había vuelto a caminar.
Era su regreso, tanto al periodismo como a la vida. Y fue Isabel quien le tendió la mano. “Lo que me encanta de él es su forma de ver la vida, nunca se rinde”, diría más tarde sobre él. Y no lo decía por decir: hablaba con conocimiento de causa. Ella también había librado su propia batalla, silenciosa y constante.
Tiempo atrás, Garro se lesionó durante un partido contra Tres Ríos en plena fase regular. “Rematé y una jugadora me desbalanceó… al apoyar el pie, se me fue hacia afuera y sentí que algo tronó”, recuerda. Esa jugada la dejó fuera de su primera final con el Curridabat F Venus, desde donde vio, en las gradas, cómo su equipo se coronaba tricampeón.
“Me dio tristeza, porque el futsal me apasiona… es mi escape del estrés, donde realmente disfruto”, cuenta. Pero en vez de alejarse, se mantuvo presente y activa. “Aunque una esté fuera, el equipo te hace sentir parte… Venus tiene esa mentalidad ganadora, con ganas de devorarse el mundo”.
La recuperación no fue fácil. “Sí, pensé en dejarlo. Es algo que se te cruza por la mente cuando pasa el tiempo y no mejoras… te acostumbrás a no jugar y creés que podés usar ese tiempo en otras cosas”. Por suerte, su red de apoyo no la dejó sola. Familia, amistades, compañeras de equipo y, sobre todo, la fisioterapeuta Karen Vega, fueron clave para sostenerla.
Y en medio de esa pausa obligada, cerró otro ciclo importante: terminó su tesis y se graduó como ingeniera industrial. “Al final no fue tan malo… ese tiempo me permitió acabar lo que tenía en pausa”, reflexiona. Mientras el deporte quedaba en pausa, su vida académica avanzaba.
Hoy, Isa Garro se alista para volver a competir. Su primer partido de regreso será contra la Universidad de Costa Rica. “He entrenado fuerte para estar a la par de las demás. Estoy ansiosa”, admite. Pero no solo vuelve como jugadora: regresa con una cabeza distinta, más fuerte. “Aprendí a tener paciencia, a disciplinarme más, a confiar en que puedo superar lo que sea”.
A quienes estén pasando por lo mismo, les deja un mensaje directo: “No todo lo malo termina siendo lo peor. A veces esos momentos sirven para crecer en otras áreas. La disciplina hace una gran diferencia”.
Y al igual que aquel periodista al que le dio la mano en las gradas, Isabel también vive bajo una consigna que resume su espíritu dentro y fuera de la cancha: hasta vencer, hasta morir.