El precio de una plata: cuando el futsal masculino avanza y el femenino se queda sin jugar

Costa Rica logró medalla de plata en futsal masculino en los Juegos Centroamericanos 2025, pero la selección femenina quedó fuera por decisión del Comité Olímpico Nacional, pese al apoyo ofrecido por la FEDEFUTBOL y la Liga de Futsal.

El futsal costarricense volvió a colgarse una medalla de plata en los Juegos Deportivos Centroamericanos Guatemala 2025.
La selección masculina sumó así su cuarta presea regional —Oro (2001), Bronce (2013) y Platas (2017 y 2025)—, manteniéndose entre los equipos más constantes de la región.

Pero detrás de esa celebración hay una historia que duele: la selección femenina de futsal no fue parte del evento.
Y no fue por falta de voluntad, sino por una decisión administrativa que dejó a las jugadoras sin torneo, sin visibilidad y sin la posibilidad de competir.

Una decisión que pesa más que una derrota

El 4 de septiembre de 2025, la Liga de Futsal de Costa Rica (LIFUTSAL) emitió un comunicado confirmando que la exclusión del equipo femenino fue decisión del Comité Olímpico Nacional (CONCRC), no de la Federación Costarricense de Fútbol (FCRF) ni de la propia Liga.

Ambas entidades —FCRF y LIFUTSAL— ofrecieron apoyo económico y logístico para que las jugadoras pudieran viajar y representar al país.
Sin embargo, el CONCRC no dio respuesta positiva y argumentó criterios presupuestarios y de planificación, priorizando disciplinas con “mayores probabilidades de medalla”.

La Liga lamentó públicamente la exclusión y recordó que Costa Rica fue pionera en impulsar la inclusión del futsal femenino en los Juegos Centroamericanos.
En 2013 y 2017 ya había promovido su incorporación, pero entonces no se completó el mínimo de tres selecciones exigidas por la Organización Deportiva Centroamericana (ORDECA).
Paradójicamente, cuando por fin existían las condiciones, el equipo fue dejado fuera por una decisión burocrática.

(Fuente: Comunicado oficial de LIFUTSAL, 4 de septiembre de 2025).

Entre la plata y el vacío

Mientras el futsal masculino costarricense mantuvo su lugar en el podio, el oro volvió a escaparse.
Panamá se consolidó como la nueva potencia regional: Plata en 2013, Oro invicto en 2017 y 2025, y campeón del Premundial 2024.

El rendimiento tico refleja una curva descendente en términos de dominio:
Campeón invicto de Premundiales en 2000, 2012, 2016 y 2021; cuarto lugar en 2024, con seis legionarios por primera vez en la historia.

Durante la transmisión del torneo, un narrador repitió frases que buscaban empatía:

“No es ser mediocre.”
“Hay que apoyar.”
“Medalla es medalla.”

Pero apoyar no significa callar.
El apoyo real también implica cuestionar las decisiones institucionales que perpetúan desigualdades.
La medalla de plata es un logro deportivo; la ausencia femenina, una derrota estructural.

El futsal femenino, sin cancha ni oportunidad

El futsal femenino costarricense no quedó fuera por falta de talento, sino por falta de respaldo institucional.
Las jugadoras habían entrenado, se habían preparado y contaban con la disposición de sus federaciones.
Lo que faltó fue la voluntad del ente que debía garantizar su representación.

Y mientras los hombres regresaron con una plata merecida, las mujeres ni siquiera pudieron viajar a competir.
No hubo himno, no hubo uniforme en la cancha, no hubo opción de demostrar su nivel.

La medalla masculina vale, pero el costo fue alto: una generación femenina silenciada por una decisión administrativa.

Igualdad también se juega en la cancha

El futsal tico celebró una plata, pero perdió algo más importante: la oportunidad de mostrar equidad.
El oro se fue con Panamá, pero el verdadero retroceso fue interno:
el de un sistema que aún no entiende que la igualdad no se mide en medallas, sino en oportunidades.

El futsal masculino mostró compromiso, entrega y mística.
El femenino, sin jugar, mostró otra forma de resistencia: seguir preparándose aunque no las dejen competir.

Como dicen en Brasil —donde el fútbol y el futsal son casi una religión—, “nacimos para competir, no para participar.”
Y esa frase debería aplicarse no solo a los resultados, sino también a los derechos: competir, en igualdad de condiciones, también es una forma de ganar.

Porque en el deporte —como en la sociedad—, la verdadera victoria llega cuando todos y todas pueden estar en la cancha.

Fotografía cortesía: Futsal 502

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